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Se jubiló de odontólogo, estudió Bellas Artes y con su esposa creó Déborah Arte del Mar

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Déborah Arte del Mar

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El emprendimiento comenzó casi al mismo tiempo que la pandemia, cuando la pareja se mudó a Punta del Este, donde descubrió el material con el que hacer joyas muy creativas.

Una llave antigua transformada en navajita, cucharitas francesas de plata maciza devenidas en caravanas, un anillo hecho siguiendo la técnica de los orfebres de la época medieval u otro realizado con asta de ciervo, un collar de alpaca con un diseño multipiedra… Apenas una muestra de lo que encontramos en el Instagram de Déborah Arte del Mar.

“Cuento toda la historia de la pieza, me encanta. Al principio pensé que podían verlo como que era una pesada, pero tengo unas devoluciones tan lindas de la gente, que seguí haciéndolo. Me gusta mucho la escritura”, dice Déborah Broder (64 años) sobre la minuciosa descripción que realiza de los objetos que diseña su marido, Leonel Yussim (65).

Déborah Arte del Mar
Déborah y Leonel.

Ambos eligieron dedicarse “oficialmente” a la artesanía casi al mismo tiempo que llegó el covid-19 al Uruguay. 

“Ganó la pasión de Leo y nos mudamos a Punta del Este”, acota sobre un viejo deseo de su esposo, hasta el momento frenado un poco por los dos hijos y los tres nietos que quedaban en Montevideo.

Leonel siempre quiso escapar de “lo tóxico de la urbe” y Punta del Este le parecía un lugar inspirador para la pasión que comenzó a cultivar luego de los 50 años.

“Ejercí la odontología durante 25 años y me jubilé por unos temitas de salud que se resolvieron bien y son temas para el olvido. Ese mismo verano dije ‘voy a empezar Bellas Artes’”, cuenta.

Déborah Arte del Mar
Anillo en bronce tipo nido con piedras de Artigas.

Estaba cumpliendo un viejo sueño, aunque no imaginó que ese mundo lo atrapara con tanta fuerza. “Hice todos los años de la carrera y fueron los seis años que más disfruté en mi vida. Me encontré con gente maravillosa, gente como yo, mayores, menores, que estudiamos juntos”, acota.

Déborah lo confirma: “No faltó un solo día, ni enfermo; fue algo impresionante, lo tenía hasta que rezongar”, apunta entre risas.

Leonel aprendió todo lo que había para aprender: pintura, escultura, cerámica, arte en vidrio, joyería… Incluso no quería que la carrera terminara. “Él hubiera seguido otra vuelta”, señala su esposa.

Con tanto entusiasmo algo había que hacer, pero primero se imponían unas vacaciones que se debían hacía tiempo. Entonces cayó la pandemia y ese tiempo libre lo usaron para disfrutar de la playa durante un mes entero.

“Descansamos mucho y caminamos mucho y en esas caminatas empezamos a redescubrir los vidritos que emergen del océano, los famosos e-glass, que lo que no sabíamos era que llevaban décadas en erosionarse contra las rocas, el agua, el viento. Entonces empezamos a juntarlos”, recuerda Déborah.

No duraron mucho en los frascos en los que los ponían porque Leonel comenzó a meter mano, “a incrustarle piedritas, convertir un pasacadenas en un dije, meterle un gancho y hacerlo caravanas. Fue su primer paso en el arte con Déborah Arte del Mar”, comenta quien dio nombre al emprendimiento.

Déborah Arte del Mar
Colgante en bronce macizo con amatista.                                                                  

Leonel aclara que no es joyero y que no hace alhajas. “Yo hago pequeñas esculturas portátiles de uso fashion”, así es como define a su arte, ese que lo hace entrar en el taller sin tener mucha idea de lo que va a hacer y que va descubriendo a medida que va trabajando.

“Cada pieza es individual, nunca vas a ver dos iguales”, explica sobre un proceso en el que combina colores, texturas y materiales. “Me gusta mucho jugar con eso”, dice. Agrega que no es necesario utilizar una piedra preciosa, que se pueden hacer muy lindas cosas con un metal como el bronce, sobre todo dentro de un estilo que lo seduce como es todo lo vintage.

Déborah Arte del Mar
Anillo en bronce fundido a la tierra (técnica milenaria).

“Me apasiona ver cositas en le Feria de Tristán Narvaja, donde encuentro objetos divinos con una energía especial. Lo que me colma es sentir la identificación de lo que hago con lo que la persona quiere”, remarca el artesano.

También lo atrapa el llamado arte de los objetos encontrados (found art). “Se trata de transformar cosas que existen, darles un reciclado, darles otra ubicación en el tiempo y el espacio para que te encuentres bien con eso”, señala al hablar de algún barquito hecho con materiales oxidados encontrados en lugares de “requeche”.

Déborah Arte del Mar
Collage pintura de objetos encontrados en la orilla del océano (found objects).

La pintura de cuadros es otra de sus artes. “No pinto con pinceles, pinto con las manos, con guantes descartables. De pronto hago algún detallecito con el pincel”, acota.

Confiesa que en aquellas técnicas que no domina apela a los que saben. “Me dan una mano o me terminan algo que hacen mejor que yo porque tienen otra máquina. Es algo que bendigo a esta edad, yo no pensaba llegar hasta acá y estar en continuo aprendizaje. Y tengo más ganas que a los 20 o a los 30. Me siento más liberado para hacer cosas”, destaca.

Déborah Arte del Mar
Anillo en bronce con vidrios del mar multicolores (sea glass).

Pero Leonel es consciente de que sin Déborah el camino hubiera sido más complicado porque a él no le gusta vender ni ocuparse de los temas comerciales o marketineros. Para eso está su esposa, que ya en el pasado había vendido joyas que importaba y que incluso la hacían viajar a ferias en Europa a las que él la acompañaba. Luego tuvo su tiempo de ama de casa y por el 2001 montaron una cantina porque el Liceo Francés se instaló frente a su casa. “Fue muy exitosa para los chicos”, dice.

En lo que respecta a Déborah Arte del Mar, se le ocurrió comenzar por participar en pequeñas ferias de artesanos, si bien la pandemia las limitó mucho. “Así nos fuimos haciendo conocer de a poquito y la página de Instagram empezó a crecer”, señala.

Déborah Arte del Mar
Dije en vidrio con zafiro legítimo incrustado y aplicaciones de plata maciza.

Hoy tienen un local en Paseo de la Barra donde pueden cultivar más el contacto personal con los interesados en sus piezas. “Me encanta tratar directamente con el público”, comenta Déborah.

La emprendedora define a sus clientes como “personas muy sensibles, que saben apreciar el arte y eso emociona. La alhaja clásica está en todos lados y sigue habiendo público que quiere solo eso, pero lo que realmente me asombró y nos hizo muy felices es que hay mucho interés por la joyería artesanal, artística”, confiesa.

Déborah y Leonel nunca imaginaron que mudarse a Punta del Este iba a cambiar tanto sus vidas. El entusiasmo está presente en cada cosa que cuentan y proyectan. “Fue explosivo; este momento, gracias a Dios, es lo más lindo que nos está pasando”, resume Leonel.

Déborah Arte del Mar
Collage óleo con papeles del mar.

La pasión por otra técnica antigua

“Estoy muy entusiasmado con un tema nuevo para mí que es la fundición a tierra, que es como se hacían alhajas hace unos 800 años”, cuenta Leonel sobre la técnica en la que se obtiene una pieza de latón o bronce de forma idéntica al modelo original, trabajando directamente con el mismo, sin modelos ni moldes intermedios, y utilizando únicamente tierra. “Di en Uruguay con una persona que me está enseñando y me tiene muy motivado”, acota.

Déborah Arte del Mar
Trabajo de autor en cerámica en base a líneas místicas para aplicación en anillo o collar.                             

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